

Observando las aguas del Caribe en estos tour de avistamiento de ballenas, se pueden divisar sombras oscuras pasando por debajo de la embarcación, pero como son tan sociables no hay por que temer
normalmente es una ballena jorobada hembra con su cría recién nacida. Luego, en la distancia, un macho brinca casi completamente fuera del agua, cayendo enseguida con un estallido de espuma sobre la superficie del mar. Esta es una escena típica en la Bahía de Samaná, en la costa de República Dominicana, cuando miles de ballenas jorobadas migran desde las regiones polares del Atlántico Norte hacia sus aguas favoritas en el Caribe, adonde llegan a aparearse o a parir. Especie protegida desde 1966, la ballena jorobada ha ido recuperándose gradualmente hasta casi un 30 por ciento de su número original, que en la actualidad se encuentra en el rango de 15.000 a 40.000 animales. En 1986, el entonces presidente de la República Dominicana, Joaquín Balaguer, asignó una parte de Banco de Plata, el principal lugar de cría de estos mamíferos en el hemisferio occidental, para que sirviera como refugio acuático.
BANCO LA PLATA. Situado unos 80 kilómetros al norte del litoral dominicano, el área de Banco de Plata fue ampliada y en 1996 rebautizada como Santuario de Mamíferos Marinos de la República Dominicana. Aunque no se puede entrar al parque durante la temporada de apareamiento, hay excursiones para observar a estas impresionantes criaturas desde la boca de la Bahía de Samaná, que es uno de los estuarios más grandes del Caribe.
Las espectaculares colas y aletas, y los prominentes lomos de estos mamíferos marinos en peligro de extinción son inmediatamente visibles muy poco después de dejar el puerto de embarque. Su sociabilidad y necesidad de respirar en la superficie han acostumbrado a estas ballenas a exhibirse sin timidez alguna, a pesar de la cercana y constante presencia de curiosas embarcaciones.
En el Parque Nacional de los Haitises (noroeste), una reserva forestal situada en las costas de la bahía de Samaná y formada principalmente por manglares, hay unas cuevas en las que se observan pinturas de ballenas realizadas en las paredes por los nativos de la zona en la era precolombina.
Fueron los taínos, indígenas que habitaban varias islas caribeñas cuando llegaron los españoles en el siglo XV, los que bautizaron con este nombre a Samaná, una provincia habitada actualmente por unas 100.000 personas y situada en el vértice de una de las bahías más grandes de nuestro planeta.
BANCO LA PLATA. Situado unos 80 kilómetros al norte del litoral dominicano, el área de Banco de Plata fue ampliada y en 1996 rebautizada como Santuario de Mamíferos Marinos de la República Dominicana. Aunque no se puede entrar al parque durante la temporada de apareamiento, hay excursiones para observar a estas impresionantes criaturas desde la boca de la Bahía de Samaná, que es uno de los estuarios más grandes del Caribe.
Las espectaculares colas y aletas, y los prominentes lomos de estos mamíferos marinos en peligro de extinción son inmediatamente visibles muy poco después de dejar el puerto de embarque. Su sociabilidad y necesidad de respirar en la superficie han acostumbrado a estas ballenas a exhibirse sin timidez alguna, a pesar de la cercana y constante presencia de curiosas embarcaciones.
En el Parque Nacional de los Haitises (noroeste), una reserva forestal situada en las costas de la bahía de Samaná y formada principalmente por manglares, hay unas cuevas en las que se observan pinturas de ballenas realizadas en las paredes por los nativos de la zona en la era precolombina.
Fueron los taínos, indígenas que habitaban varias islas caribeñas cuando llegaron los españoles en el siglo XV, los que bautizaron con este nombre a Samaná, una provincia habitada actualmente por unas 100.000 personas y situada en el vértice de una de las bahías más grandes de nuestro planeta.